por Ivonne Yañez – Es obvio que el capitalismo se nutre y sostiene con la explotación de los trabajadores, las mujeres, los pueblos indígenas y la naturaleza. Y, cuando se pensaba que el cuerpo de la mujer era la última frontera del capitalismo, vemos que los límites avanzan hacia otros confines: las funciones, ciclos, elementos y estructuras del mundo natural. La fotosíntesis, el ciclo del carbono, la crianza del agua, la creación de biodiversidad y otros procesos que recrean la vida en el planeta son ahora mercancías que pueden ser sujetas de abstracción, apropiación, comercialización, o inclusive son productos financieros de inversión.
En la práctica, así como las mujeres han sido sometidas por el capital, es ahora además la servidumbre de la naturaleza la que permitiría una acumulación infinita.
Al igual que las mujeres se supone saben y deben ‘amar’ y por lo tanto encargase de manera obligatoria del cuidado del hogar, de los ancianos, de los niños o de los enfermos -de forma gratuita porque no es un trabajo sino que es intrínseco en ellas-, la Madre Naturaleza nos provee de ‘servicios’ ambientales, porque ‘siempre lo ha hecho’ y es propio de ella.
Ninguna de estas dos cosas es verdad. Por un lado, el amor por una persona no puede ser usado como un justificativo para convertirse en esclava doméstica o reproductora de seres humanos.
De la misma manera, los dones de la naturaleza tampoco deben ser usados como fuente de ‘servicios’, anteriormente más referida como ‘capital natural’.
Este cambio de denominación no es insignificante pues representa el supuesto de que la naturaleza tiene bienes y ofrece servicios, con extrema abstracción, pues ya no es Un Capital Ambiental, sino infinitas mercancías capaces de acrecentar el capital monetario y financiero.
El capitalismo no solo depende del trabajo doméstico –gratuito-, sino que además depende de que las millones de mujeres mal pagadas se incorporen al mercado laboral, es Un Capital Humano casi al infinitum. Así, los gobiernos suelen promover programas de mujeres emprendedoras que trabajan en casa para que, en la práctica, no tengan que descuidar sus obligaciones en el hogar, ni tener que acceder a seguridad social.
Así por ejemplo en la Amazonía, las empresas petroleas requieren de las mujeres para que cuiden los hogares mientras los hombres son trabajadores en las actividades hidrocarbuíferas; o requieren de las mujeres para cocinar o lavar ropa en los campamentos; o precisan de trabajadoras sexuales circundantes a las operaciones. En Ecuador, las autoridades se regodean de la promoción de proyectos sostenidos por mujeres como aquellos creados para alimentar las hordas de trabajadores petroleros que invaden territorios para desbroce y exploración sísmica.
Sin embargo, estos empleos han convertido a las mujeres de la zona en siervas del capital petrolero.
Lo mismo ocurre con la naturaleza. El mercado de ‘servicios ambientales’ se apropia de las labores de la naturaleza convirtiéndolas en una suerte de trabajo. Así ocurre con los mecanismos REDD+ y REDD++ (1), y los proyectos de este tipo, que tienen doble oportunidad de ganancias pues, por un lado los estados, empresas y bancos compran o venden servicios ambientales (como lo es el ciclo del carbono) apropiándose de la obra de la naturaleza y por otro lado disponen de comunidades que trabajan como cualquier otro stock de mano de obra barata que cuida su mercancía y que pasa a formar parte del mercado global.
En este último caso, son también las mujeres quienes juegan un rol importante al verse privadas de autonomía y creatividad.
Por ejemplo, en el caso de Ecuador, las mujeres y la naturaleza sufren por igual y están sujetas a este doble sometimiento.
La sobrexplotación del trabajo de la mujer se suma a la criminalización de las mujeres que se someten a un aborto; y la naturaleza contaminada y deteriorada es cercada, sus ríos apresados y convertida en servidora de bienes y servicios ecosistémicos. Ambas puestas a la orden de la nueva matriz productiva y del conocimiento.
Este plan de modernidad capitalista está creando nuevos tipos de mujeres, menos emancipadas y nuevas naturalezas menos libres. Con disciplinamiento, al igual que sobre las mujeres que quieren ser dueñas de su futuro, se quiere “controlar la naturaleza, dominarla, vivir en armonía con ella pero saber controlar sus extremos y si no seguir siendo sus víctimas” (2).
Nada ha cambiado en el pensamiento modernizante desde hace más de 300 años. Pero a pesar de esto, tanto las mujeres como la naturaleza resisten. De hecho, son las mujeres quienes están resistiendo con más fuerza en los territorios frente a la entrada de las petroleras, de las mineras o de los servicios ambientales.
Luchan en el hogar cuando el esposo quiere un empleo con la petrolera, luchan en la comunidad porque se oponen a los proyectos REDD, luchan en las ciudades por la democracia. Las mujeres son claves en la resistencia al modelo extractivo, como pieza clave en el proceso transformativo anticapitalista. Igualmente, la naturaleza está resistiendo con fuerza manifestándose con caos climático, inundaciones, sequías, etc. Con ella debemos dialogar y escuchar su mensaje. Un ejemplo de organización y resistencia es el de las mujeres en el Ecuador en donde en octubre de 2014 hubo una reunión de mujeres luchadoras frente a la minería y a las actividades petroleras. De ese encuentro salió la Declaración del Encuentro de Mujeres frente al Extractivismo y al Cambio Climático en donde se puede leer: “No queremos alternativas de desarrollo que han significado extinción de las culturas y los pueblos; este es un desarrollo de muerte, de destrucción, centrado en la explotación, principalmente de petróleo y minerales. Este desarrollo no tiene futuro, lo sabemos porque ya lo hemos vivido desde hace más de 500 años. Nosotras tenemos la alternativa al desarrollo.
Por eso PLANTEAMOS:
- recuperar la soberanía alimentaria
- recuperar a soberanía hídrica
- recuperar la soberanía energética , es decir
- recuperar a la madre tierra como nutriente de nuestros cuerpos, de nuestra gente
- producir para generar alimentos sanos para el Buen Vivir Por eso estamos luchando para que los minerales se queden en el subsuelo, y que el petróleo de la amazonia se quede sin explotar.
Estas son las verdaderas soluciones al cambio climático y una forma de conservar nuestra biodiversidad que es nuestra verdadera riqueza”(3).
Ejemplos como estos hay muchos. Mujeres andando juntas, construyendo solidaridades y creando formas de lucha y resistencia creativa y valiente. ¡Es hora de que las próximas negociaciones de la ONU sobre el clima sean feminizadas!
Notas
(1) Para más información sobre los problemas de REDD, ver : http://www.accionecologica.org/servicios-ambientes/documentos-de-posicion-de -a-e/1782-posicionsociobosque
(2) Rafael Correa, Enlace Ciudadano 350, 30/11/2013
(3) http://territorioyfeminismos.org/2014/10/15/encuentro-de-mujeres-frente-al-e xtractivismo-y-al-cambio-climatico/
I. Yañez integra el colectivo de Acción Ecológica (Ecuador).