Hoy miércoles 1º de Agosto de 2018, la humanidad alcanzó el umbral de consumir todos los recursos que la tierra genera y reproduce a lo largo de un año. Mañana, jueves 2 de Agosto, entramos en un déficit ecológico, consumiendo las reservas ambientales planetarias y arrojando residuos que rebasan las capacidades de los ecosistemas.
Este umbral es el Día del Exceso o de la sobrecapacidad. Desde que se lo calcula, se llega a ese límite en fechas cada vez más tempranas. A inicios de los años setenta más o menos se coincidía con el año calendario, o sea que se aprovechaba el equivalente a lo que el planeta producía o regeneraba en el mismo año. Ese umbral comenzó a adelantarse. A mediados de la década de 1990 el límite del exceso se ubicaba en Octubre, mientras que ahora se alcanza en Agosto.
A partir de mañana se toman los recursos que necesitarían las generaciones futuras. Es que el consumo de la humanidad es inmenso. Por ejemplo, en un año la suma de todos los recursos extraídos, los minerales, hidrocarburos, maderas, alimentos, granos, peces, etc., todo ello totaliza 70 mil millones de toneladas.
Este enorme volumen, más la energía y agua que necesita y las basuras que genera, equivalen a más de uno y medio planetas tierra. Por cierto eso esconde muchas diferencias. Si todos viviéramos con el estilo de consumo de un estadounidense, devoraríamos los recursos de unos cinco planetas tierra; si fuéramos austeros como en la India, nuestras necesidades serían de un poco más de medio planeta tierra.
Evolución de la relación entre la capacidad ecológica de la Tierra y la apropiación de recursos naturales que hacen los humanos. El balance de uno a uno se rompió a inicio de la década de 1970, y actualmente se necesita el equivalente a 1,7 planetas tierra para sostener la intensidad de apropiación anual.
Los economistas y políticos se alarman por los déficits fiscales o comerciales, pero no parece interesarles mucho este déficit ecológico, y ni siquiera promueven sus propios cálculos para entender donde se encuentra la “economía” de la Naturaleza nacional.
Es una pérdida invisible para la economía convencional, y por ello se sigue depredando la Naturaleza. De ese modo ese déficit no ha dejado de crecer desde hace casi cincuenta años, alcanzando una gravedad alarmante que debería movernos a todos a una reacción urgente.
Eduardo Gudynas
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