por Eduardo Gudynas.
De un lado del planeta, en pleno invierno, en Davos se reunió la elite empresarial y política en el Foro Económico Mundial. Al mismo tiempo, del otro lado del globo, en el verano, varios países del extremo sur latinoamericano sufren una severísima sequía. Estos desarreglos climáticos, como otros problemas, no debieron haber llamado la atención de quienes estaban en Davos si es que leyeron el Reporte de Riesgos Globales 2023 que allí se presentó.
Según ese informe, los más importantes riesgos planetarios son todos ambientales, sea en el corto plazo como en la siguiente década. Esas alertas alimentan una discusión en el seno de esa elite empresarial y política sobre la necesidad de reformar el desarrollo, ya que los encadenamientos de crisis ecológicas tendrán consecuencias sociales y económicas que desembocarían en una crisis que impediría cualquier tipo de desarrollo. En cambio, en América Latina, la mayor parte de los políticos, empresarios y académicos razonan y actúan desconociendo esos hechos, volcados en posiciones tan conservadoras que incluso esas advertencias que parten de algunos de los más ricos y poderosos les resultan radicales.
Los riesgos inmediatos
En el Reporte de los Riesgos Globales 2023, al abordar el futuro inmediato, referido a los años 2023 y 2024, entre los diez riesgos más severos la mitad son ambientales (1). En el primer puesto está el costo de vida, pero le siguen los desastres naturales y eventos climáticos extremos. Otros riesgos ambientales se refieren al cambio climático, los incidentes por daños ambientales y crisis de recursos naturales. Se intercalan otro tipo de riesgos además del costo de vida, tales como la erosión de la cohesión social y la polarización y las migraciones en masa.
Es impactante advertir que ninguno de los riesgos más acuciantes es económico, a pesar de las reiteradas predicciones de estancamientos o recesiones en este y próximos años. Tampoco aparece indicada una diseminación de la guerra en Europa o en otras regiones. Pero la economía y la guerra están por detrás de varios tienen efectos asociados con los ambientales. Sequías, como las que se vuelven más frecuentes por el cambio climático, resultan en menores cosechas, lo que lleva al aumento del precio de los alimentos, lo que incide en el costo de vida. También contribuye a ello las alteraciones en el comercio internacional de granos y fertilizantes debido a la guerra en Ucrania.
Siempre debe tenerse presente el modo por el cual el Foro Económico Mundial (FEM) evalúa los riesgos a escala planetaria. Está basada en entrevistas a más de 1200 personas, y casi una centena de expertos y académicos, con un sesgo hacia los ejecutivos corporativos, ministros de finanzas, políticos o analistas, buenas parte de ellos asociados al poder. El actual reporte es el 18a. en una serie que tiene muchos años, y sus alertas ambientales no son una novedad, ya que en los informes anteriores hacen advertencias similares. En la edición 2022, entre los diez primeros riesgos, cinco eran ambientales; los tres primeros eran el fracaso en evitar el cambio climático, clima extremo y perdida biodiversidad). El reporte actual acentúa la preocupación ante las condiciones ecológicas en el futuro inmediato.
Los riesgos dentro de diez años
Al considerar los próximos diez años, la lista de los riesgos más severos también está dominada por las cuestiones ambientales; pasan a ser seis, y cuatro de ellos se ubican sucesivamente en los primeros puestos. El quinto y séptimo riesgos son sociales, uno es tecnológico y otro es geopolítico. Una vez más ninguno es económico ni aparecen los conflictos bélicos. Se repiten varios de los riesgos indicados para 2023-24, como ocurre con todos los ambientales, mientras que la evaluación a los diez años indica un agravamiento.
En efecto, más de la mitad de los consultados entienden que la situación empeorará. Un 20% advierte que en diez años se cruzarán puntos de inflexión que desembocarán en consecuencias catastróficas. En su sentido ecológico y social, deberían ser entendidos como situaciones que ya no son reversibles. Un 34 % considera que prevalecerá la volatilidad en las economías y sectores, que llevarán a múltiples shocks. En resumen, un 54 % entiende que lidiaremos con condiciones mucho peores. En cambio, en el resto de las respuestas se considera que esa volatilidad puede ser controlada (26 %) o será limitada (11 %).
En efecto, más de la mitad de los consultados entienden que la situación empeorará. Un 20% advierte que en diez años se cruzarán puntos de inflexión que desembocarán en consecuencias catastróficas. En su sentido ecológico y social, deberían ser entendidos como situaciones que ya no son reversibles. Un 34 % considera que prevalecerá la volatilidad en las economías y sectores, que llevarán a múltiples shocks. En resumen, un 54 % entiende que lidiaremos con condiciones mucho peores. En cambio, en el resto de las respuestas se considera que esa volatilidad puede ser controlada (26 %) o será limitada (11 %).
La situación latinoamericana
Dejando de lado, en este caso, una revisión crítica de los sentidos en que el FEM de Davos otorga a la idea de “riesgo”, ya que a los fines del presente análisis basta continuar con los entendimientos más usuales, se vuelve evidente que en América Latina están presentes todos ellos. Riesgos severos como el aumento del costo de la vida, y en especial aquel asociado a la inflación y el precio de los alimentos prácticamente afecta a todos los países (2). Se padecen distintas crisis ambientales; la más reciente es la sequía en el Cono Sur (Argentina, Uruguay y sur de Brasil). El fracaso de las medidas para mitigar el cambio climático son evidentes y lo mismo ocurre con los programas y apoyos para adaptarnos a sus consecuencias.
Lo que el FEM llama erosión de la cohesión social y la polarización está ante nuestros ojos en casos como los de Perú, donde hay masivas movilizaciones ciudadanas y una dura represión policial, o en el intento de golpe de Estado de los bolsonaristas en Brasil. El desempeño económico será muy modesto, las condiciones comerciales restrictivas y eso hace que se incrementen o persistan los niveles de pobreza, alimentando las inestabilidades políticas.
Encadenamientos y puntos de inflexión
Los riesgos ambientales están encadenados entre sí, como ocurre con la íntima asociación entre el cambio climático, la pérdida en biodiversidad y las crisis sobre recursos naturales, y desde allí se afectan múltiples sectores. Si se toma a la agropecuaria como ejemplo, circunstancias como inundaciones o sequías afectan la producción de alimentos. Eso se transmite a las cadenas de comercio agropecuario, desembocándose en limitaciones en la provisión de alimentos o en su encarecimiento. Muchos países del sur global no cuentan con los dineros para amortiguar esos impactos, como puede ser financiar riego, comprar fertilizantes más caros o subsidiar los alimentos. El encarecimiento del costo de vida se vuelve inevitable, se incrementa el descontento ciudadano, se multiplican las protestas y se afecta la cohesión social.
Este esquemático ejemplo muestra que los desarreglos ecológicos transmiten sus efectos sobre distintos ámbitos. No pueden ser analizados separadamente unos de otros. Se generan crisis interconectadas y que se potencian entre ellas.
Reformas en el desarrollo ante las crisis ambientales
Si se consideran las advertencias en este informe, como en el de los años anteriores, es evidente que son necesarias acciones urgentes para, por ejemplo, evitar el cambio climático o resolver los desajustes económicos. Su suman justificaciones para reformar el desarrollo capitalista, y eso es justamente lo que se ha planteado desde el FEM. En 2020, su presidente, Klaus Schwab, presentó su alternativa del “Gran Reinicio” (o Gran Reseteo), con medidas como impuestos a los más ricos, promover la economía participa o abandonar los combustibles fósiles (3). Schwab diferencia entre tres capitalismos: uno corporativo, otro estatal (como ocurre en China) y su alternativa, el capitalismo de los interesados (stakeholders).
Esto es parte de confrontaciones que ocurren dentro de esas elites empresariales y políticas. De un lado están los que entienden que el desarrollo capitalista predominante se volvió insostenible, que provocaría una crisis de escala planetaria y por lo tanto eran necesarias reformas, como la que se acaba de citar. Sus contrincantes rechazan cualquier rectificación del capitalismo, insistiendo en blindar las estrategias convencionales (4).
Lo que muchas veces se interpreta desde América Latina como un homogéneo bloque que defiende el desarrollo en realidad alberga distintas estrategias que están bajo fuertes discusiones. En el debate más reciente, las palabras y conceptos empleados son reveladores. Ahora explícitamente emplean la palabra capitalismo, reconocen que la situación es grave y proponen ciertas reformas. Entre ellas están las señaladas arriba así como otras que implican intervenciones en los mercados, retomar la presencia estatal en sectores como educación y salud, y un giro en la gestión ambiental, comenzando por cumplir con los acuerdos en cambio climático.
Entre estos reformadores, además del FEM, están varios billonarios y empresas de sectores como comercio y servicios. Muchos de ellos participan no por ser ambientalistas, sino porque entienden que cada grado de aumento de la temperatura global pone en riesgo sus negocios. También se cuentan economistas que ahora son más conocidos en América Latina al apoyar algunos progresismos. Son los casos de Joseph Stiglitz (en relación a la administración de Alberto Fernández en Argentina) o más recientemente (Mariana Mazzucato que es invocada por el presidente colombiano Gustavo Petro).
El otro grupo rechaza las propuestas de cambio. Desean preservar mercados liberalizados sin intervención estatal, reniegan de los impuestos, niegan o minimizan el cambio climático, siguen aferrados a los combustibles fósiles, y quisieran mantener privatizados los servicios públicos como educación y salud. Agendas que son moderadamente reformistas, como la de Schwab, es catalogada como propia de un “comunismo”. En estas trincheras se ubican economistas y políticos conservadores o neoliberales, y corporaciones en sectores como minería, petróleo o agronegocios, todas las cuales tienen una vigorosa presencia en América Latina.
El debate y no-debate latinoamericano
Este tipo de discusiones, los distintos modos de diagnosticar los problemas y las alternativas propuestas, no son comunes en América Latina. En nuestra región la agenda política dominante, y también buena parte de la académica, es tan conservadora que predomina el continuismo del desarrollo capitalista convencional mientras que los reformistas son una minoría. Pequeños ajustes, como la reforma tributaria planteada en Colombia, que podría decirse es más modesta que las esbozadas por los reformitas en Davos, a los ojos de los sectores conservadores colombianos era una radicalidad de una extrema izquierda. Entre las elites empresariales y políticas latinoamericanas hay pocos reformistas, y en su mayoría no saben o no entienden lo que plantean en el norte algunos de los que son más ricos y tienen mas poder que ellos.
Hasta el momento el único que parece advertir esta problemática es el presidente colombiano Gustavo Petro. En su discurso en Davos atacó al capitalismo que ha sido incapaz de solucionar los problemas que ha producido y alertó qué ese “capitalismo acabará con la humanidad”. Agregó que los “empresarios de Davos deberían pensar en otro capitalismo”, y de allí planteó su alternativa de un “capitalismo descarbonizado” (5). De ese modo, Petro quedó ubicado inmediatamente dentro de los reformadores del desarrollo capitalista. Petro no está contra el capitalismo, y lo ha dicho varias veces, sino que quiere rectificarlo. En su reclamo en Davos parecería que no tuvo presente o esquivó el hecho que su “capitalismo descarbonizado” no es muy distinto del capitalismo de los stakeholders del Gran Reinidio discutido en ese foro.
Pero al mismo tiempo debe reconocerse que Petro es el único presidente que al menos intenta una reforma del capitalismo que enfrente sus problemas más agudos, y por ejemplo, nos aleje de la adicción a los combustibles fósiles. Incluso aquellos jefes de Estado ideológicamente más cercanos, como Manuel López Obrador (México) y Lula da Silva (Brasil), rechazaron las propuestas de Petro de despetrolizar sus economías.
Sea como sea, no puede perderse de vista que los reformadores, sea el Gran Reinicio, Stiglitz, Petro u otros, en ningún caso proponen abandonar el capitalismo, ni rompen con concepciones básicas. Todos desean crecer económicamente y conciben que la explotación de la Naturaleza es un modo ineludible de lograrlo. Lo que postulan son distintas regulaciones de los mercados y el fortalecimiento estatal, invocando metas como mejorar la equidad, reducir la pobreza o evitar estallidos sociales. Sus medidas liman las aristas más negativas, y que por cierto serían bienvenidas en muchos países. Pero incluso ese reformismo es insuficiente para lidiar con las urgencias ambientales.
El propio análisis de riesgo del Foro Económico de Davos arroja evidencias que muestran que los ajustes del capitalismo no nos salvarán de una crisis múltiple. No se disipan ni la crisis de biodiversidad ni la del cambio climático. Las soluciones necesarias implicarían transformaciones simultáneas en varios frentes, como por ejemplo, dejar atrás el petróleo y volcarse a la agroecología, modificar los patrones de consumo y aceptar vidas más austeras. Estos y otros son cambios radicales que ninguna variedad de capitalismo asumirá.
Nuestra propia discusión
Analizar los riesgos y poner en discusión el desarrollo, sea capitalista o en cualquier otra variedad, es un primer paso para diseñar alternativas ante las crisis sociales y ambientales.
Es inaceptable que los elencos partidarios no lo hagan porque siguen abordando las coyunturas con las mentalidades del siglo pasado, sin entender las urgencias del siglo XXI. Es también una tontería retrucar que considerar la reforma o el colapso del capitalismo expresa vocabularios e ideas pasadas de moda.
Esas son las discusiones que debemos iniciar en nuestros propios términos. Eso es necesario porque, como se vio arriba, los riesgos globales severos ya se observan en América Latina, y al mismo tiempo somos tan subordinados de los contextos internacionales que una debacle externa inmediatamente nos arrastrará. Tampoco podemos olvidar que nuestros países dependen de la tierra y el agua, del subsuelo y del clima, lo que hace que nuestras economías están ecológicamente condicionadas. Debemos confeccionar nuestras propias evaluaciones de riesgo, y no podemos seguir dependiendo de las que se elaboran sea en Davos o en otros sitios. Esas reflexiones deben estar animadas por políticos, empresarios, sindicalistas, académicos, activistas sociales, y más, hasta involucrar a las amplias mayorías ciudadanas. Enfrentamos interrogantes acuciantes: ¿Cuáles son los riesgos que enfrentamos?, ¿cuáles son las reformas necesarias? ¿bastan las rectificaciones del capitalismo para enfrentar esos riesgos? Otros ya están respondiendo a preguntas como estas y nosotros no podemos quedar rezagados.
Notas
1. The Global Risks Report 2023. 18th edition. Insight report. World Economic Forum, Ginebra, 2023.
2. Según CEPAL, la inflación en 2022 alcanzó un pico de 8,4 % a mediados de año, para luego reducirse; se espera que bajará a 4,8 % en 2023. Balance preliminar de las economías de América Latina y el Caribe 2022. CEPAL, Santiago, 2022.
3. Covid-19: The great reset. K. Schwab y T. Malleret. World Economic Forum, Ginebra, 2020.
4. Las distintas alternativas enfocadas en el desarrollo se analizan en Tan cerca y tan lejos de las alternativas al desarrollo. Planes, programas y pactos en tiempos de pandemia. E. Gudynas. RedGE y Cooperacción, Lima, 2020. Disponible en:
5. Véase, por ejemplo, El mundo necesita un “capitalismo descarbonizado”: el mensaje de Petro en Davos, El Espectador, Bogotá, 19 enero 2023, https://www.elespectador.com/economia/el-mundo-necesita-un-capitalismo-descarbonizado-el-mensaje-de-petro-en-davos/
El Petro más ecologista se despide de su primer Davos, S. Torrado, El País, Madrid, 21 enero 2023, https://elpais.com/america-colombia/2023-01-21/el-petro-mas-ecologista-se-despide-de-su-primer-davos.html
Algunas ideas se adelantaron en una nota en el semanario Brecha (Montevideo), el 20 de enero 2023. El presente texto se puede reproducir siempre que se cite la fuente.
Eduardo Gudynas es analista en el Centro Latino Americano de Ecología Social (CLAES). En redes sociales (twtitter, instagram & mastodon): @EGudynas
El presente texto se publicó en la serie Cartas en Ecología Política, el 24 enero 2023. La serie está disponible por subscripción, y es gratis, desde ecologiapolitica.substack.com La versión original aquí…