por Gerardo Honty – La guerra y la paz en Estados Unidos. Veteranos del ejército apoyan a los Sioux en su batalla contra el Oleoducto Dakota Access. Luego de meses de resitencia los indígenas lograron frenar su construcción.
En mayo de este año la empresa Energy Transfer Partners inició la construcción del oleoducto Dakota Access Pipeline que debe unir los campos petroleros de Bakken, en Dakota del Norte, con las refinerías de Illinois. El ducto, de casi 2.000 kilómetros de extensión, transportará medio millón de barriles diarios y su tendido tendrá un costo de USD 3.000 millones. Si bien los cuatro estados por donde debe pasar el ducto (Dakota del Norte, Dakota del Sur, Iowa e Illinois) habían aprobado las obras, aún faltaba la autorización del Cuerpo de Ingenieros del Ejército para el cruce de la tubería por debajo de los ríos Mississipi y Missouri.
Standing Rock
En el límite entre los estados de Dakota del Norte y del Sur, sobre el río Missouri se encuentra la reserva Sioux (pueblos Lakota y Dakota) de Standing Rock. Esta reserva, de 9.000 km2 de extensión y 8.000 habitantes, es una de las mayores de Estados Unidos y es parte de la Gran Reserva Sioux definida en 1851 por el tratado de Fort Laramie. Algunos años después de la firma del tratado en las montañas de Black Hill (Colinas Negras), sagradas para los Sioux, fue descubierta una importante veta de oro y el Congreso de Estados Unidos modificó unilateralmente y sin consentimiento indio los límites del tratado para apropiarse de Black Hills. Esto dio origen en 1876 a una de las mayores guerras entre el ejército y los nativos americanos en la historia de Estados Unidos y tuvo su epicentro en la famosa batalla de Little Bighorn donde Toro Sentado derrotó y dio muerte al general George Custer. Pero finalmente los Sioux fueron vencidos por el poderío del ejército y en 1889 la Gran Reserva Sioux fue dividida en seis reservas menores entre las que se encuentra Standing Rock.
Como en una batalla definitiva, o como manera de avasallar últimamente el corazón sagrado de las montañas indias, el Congreso de Estados Unidos aprobó la construcción en las laderas de las Black Hills de las famosas esculturas con los rostros de los cuatro presidentes de EEUU: George Washington, Thomas Jefferson, Abraham Lincoln y Theodore Roosevelt, finalizadas en 1941.
La población de Standing Rock manifestó desde el principio su oposición a que el oleoducto pasara por sus tierras y por debajo del lago Oahe, en el río Missouri, argumentando que destruirían sus sitios sagrados, contaminarían el agua y destruirían su ambiente. Según los líderes indígenas el tendido proyectado pasa a menos de un kilómetro de la frontera de su territorio y, por lo tanto, la tribu defiende lo que entiende es su interés soberano sobre la protección del agua, sus recursos culturales y su patrimonio. Además, a lo largo de la ruta del oleoducto existen sitios de importancia religiosa y cultural, incluyendo sitios de entierro de sus antepasados. El oleoducto cruzaría las tierras tradicionales y ancestrales de la tribu, que formaron parte del tratado de Fort Laramie poniendo en peligro muchos lugares sagrados. Los indígenas argumentan que la ley federal y los tratados internacionales obligan a la consulta y su consentimiento previo, obligaciones que no se han cumplido.
La resistencia
Unos meses atrás, se estableció el campamento Oceti Sakowin Camp para sostener la protesta. Cientos de personas fueron llegando, provenientes de diferentes tribus y pueblos el país, hasta transformase en la mayor concentración Sioux en Estados Unidos desde la batalla de Litle Bighorn. Oceti Sakowin (Och-et-eeshak-oh-win) es el nombre lakota del Consejo de los Siete Fuegos, la histórica unión de varios clanes tribales para dar origen al pueblo Sioux. A fines de noviembre unas 7.000 personas acampaban en los alrededores de la zona donde la policía mantenía bloqueado el puente de Backwater, cerca de Cannon Ball.
Los activistas de la protesta fueron reprimidos en varias ocasiones por la policía y la seguridad privada de la empresa utilizando gas lacrimógeno, balas de goma, granadas y perros. A pesar del intenso frío, llegando a fines de noviembre, el campamento seguía creciendo y personas de distintas partes del mundo llegaban para apoyar a los manifestantes. El 25 de noviembre, la Corporación de Ingenieros del Ejército envió una carta al presidente Sioux de Standing Rock, declarando que planeaba cerrar la propiedad federal al norte de Cannonball River el 5 de diciembre, incluyendo el campamento Oceti Sakowin. Cualquiera que acampara más allá de esa fecha sería considerado intruso y sujeto a procesamiento.
Llegan refuerzos
Ante esta amenaza, en los primeros días de diciembre un grupo de al menos 2.000 veteranos de guerra del Ejército de los Estados Unidos se hicieron presentes para formar un “escudo humano” de protección de los Sioux en lucha. Convocados por Wesley Clark Jr. (un ex Teniente de Caballería hijo del reconocido general retirado y ex candidato presidencial Wesley Clark) y Michael Wood Jr. (veterano de la Marina), los ex soldados vestidos con sus uniformes, rangos y banderas militares, comenzaron a arribar al campamento. “Nos congregaremos como una milicia pacífica y desarmada en la Reserva Sioux Standing Rock” dijo Clark a los medios de prensa a su llegada al campamento.
Otro veterano, Jason Brocar, de 44 años, dijo al New York Times que se conmovió por las escenas televisadas entre la policía y los civiles y que eso estuviera sucediendo en los Estados Unidos. “Incluso en Irak, había algunas reglas que cumplir. Si esos chicos no tienen armas, simplemente no tiene sentido, esto no es un polígono de tiro”.
Finalmente, en la tarde del 4 de diciembre, esta batalla llegó a su fin: el Cuerpo de Ingenieros del Ejército decidió no aprobar el actual trazado del oleoducto. La resolución argumenta que, después de extensas consultas, entiende que la mejor forma para proceder es “explorar rutas alternativas para el cruce del oleoducto” y elaborar un estudio de impacto ambiental más amplio. Seguramente no sea la batalla final. La amenaza de una rectificación de esta decisión una vez que Donald Trump asuma la presidencia, pende sobre la cabeza de los Sioux. Tampoco es evidente que un nuevo trazado vaya a minimizar las amenazas para los sitios y el agua de su población.
El perdón
Pero lo más significativo, o quizá la batalla más trascendental para el futuro fue lo que ocurrió el lunes 5 cuando los cientos de veteranos del ejército de los Estados Unidos pidieron perdón por las atrocidades cometidas contra el pueblo Sioux. “Hoy fui testigo de algo poderoso y profundo”, dijo Jon Eagle, Oficial Tribal de la Reserva Sioux en Standing Rock. “Wes Clark Jr. y los veteranos reunidos se arrodillaron y colectivamente pidieron perdón por el genocidio y los crímenes de guerra cometidos por los militares de Estados Unidos contra naciones tribales en este país”.
“Muchos de nosotros, yo particularmente,” comenzó diciendo Clark, “provengo de unidades que los han lastimado a lo largo de muchos años, tomamos sus tierras, firmamos tratados que luego rompimos, robamos minerales de sus montañas sagradas, insultamos con las caras de nuestros presidentes sus colinas sagradas y tratamos de eliminar su idioma… Nosotros no los respetamos, contaminamos su tierra y los hemos herido de muchas maneras”. Luego se arrodilló ante el jefe Leksi Leonard (Crow Dog) y agregó: “Pero ahora venimos a decir que lo sentimos, que estamos a su servicio y le rogamos su perdón”.
El jefe Leonard, en nombre de las tribus presentes, a su vez pidió perdón por cualquier daño que podría haber sido causado el 25 de junio de 1876, cuando la Gran Nación Sioux derrotó a la 7ª caballería dando muerte a más de doscientos cincuenta soldados estadounidenses. “Hoy perdonamos y pedimos la paz mundial”, dijo al finalizar su discurso.
La hora de los veteranos
Sin duda, más allá del gran apoyo logrado de miles de personas, la presencia de los veteranos fue un elemento clave en la resolución del conflicto. Iba a ser muy difícil para la policía arremeter contra ellos como lo habían hecho contra los miembros de la comunidad y los demás activistas en ocasiones anteriores. Pero además, estos veteranos han logrado un cierto reconocimiento y organización que les permite imaginar nuevas batallas alineadas con sus nuevos objetivos. Los ex militares están planeando dirigirse a la ciudad de Flint en Michigan, donde la población está embarcada en una batalla contra el gobernador Rick Snyder por la contaminacion con plomo del agua potable.
“No sabemos cuándo vamos a estar allí, pero nos dirigiremos a Flint”, dijo Wesley Clark Jr. quien ha logrado recolectar más de un millón de dólares para su causa a través de GoFundMe, un sitio de recaudación de fondos para campañas de interés público. Según ABC News, este sábado 10 de diciembre, los veteranos tendrán su primera asamblea para resolver la mejor manera de apoyar la lucha de los ciudadanos de Flint. Un inesperado y poderoso apoyo viene a recibir el activismo ambiental norteamericano. Apoyo que aparenta ser una consecuencia directa de la victoria electoral de Donald Trump, una victoria que parece haber sembrado un nuevo mapa de alianzas en el corazón de la ciudadanía norteamericana.
G. Honty es analista en CLAES (Centro Latino Americano de Ecología Social). Publicado en ALAI, Quito, 8 diciembre 2016, aquí …